En Colombia y en Latinoamérica en general, se ha
construido históricamente, tanto desde el punto de vista empírico como desde el
discurso, un movimiento social de mujeres que está en un doble sentido: en el
hecho empírico de acción colectiva y la construcción discursiva de la cual
enfatiza la academia, en investigaciones y escritos de diversa extensión y
densidad. Asimismo, en muchos momentos desentendiendo una variedad de
experiencias y opresiones en diferentes contextos del país. Sin embargo, al
tiempo que la acción social colectiva se manifiesta, se elaboran conceptos,
nociones, categorías, enfoques, paradigmas, que pretenden explicar, interpretar
o analizar, ese cierto tipo de acción definido como movimiento feminista. Hay
un gran panorama de significaciones e identidades en las que algunas de las
académicas han desarticulado la estructura discursiva que han dado un nombre y
sentido específico a las prácticas sociales. Así pues, esto ha sido
desarrollado para captar e interpretar las demandas, los desafíos y las luchas
por diversas reivindicaciones, expresadas por comunidades particulares,
organizadas, con una permanencia en el tiempo, generalmente como resistencia
frente a las instituciones del Estado y a la sociedad. Es aquí donde aparecen
las mujeres racializadas Y es que ya han surgido estudios a subalternos, los
estudios culturales y los estudios poscoloniales, con sus diferencias y
matices; esto han abierto la posibilidad de que voces silenciadas e
invisibilizadas empiecen a convertirse en referentes y en propuestas de
pensamientos cuestionando el sesgo elitista de la producción académica, pero
que sobre todo puedan ser parte de las decisiones tomadas por el sistema de
poder.
Las mujeres arhuacas, desde su subalternidad y contexto, han cuestionado la tradición de sus comunidades y de la cadena de violencias del Estado, que facilita escenarios d conflicto armado, de las que por consiguiente ellas y sus comunidades son víctimas de unas especificidades que no se tienen en cuenta dentro de la agenda del movimiento feminista occidental, tales como desplazamiento forzado, abusos sexuales por actores armados legales e ilegales, entre otras. Esto evidencia la importancia de revisar en la historia a esos sujetos subalternizados que a pesar de la imposición de una teoría eurocentrista y otras múltiples discriminaciones, exotizaciones y exclusiones, se han incorporado a los espacios de participación política y en la toma de decisiones del país.
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